Noche
del día 16. Por varias circunstancias, la sesión fotográfica que
la comisión del Olivo de Plata había planteado con nuestra
Hermandad para su participación en una exposición sobre la
imaginería cristífera local, fue trasladada de la noche del
viernes al sábado. Noche gélida y calma. A partir de las 22,15h, y
con las puertas de San Mateo cerradas, personal de ambos colectivos
desembarcan bajo las distinguidas cúpulas.
Antes,
se dan determinadas anécdotas y dificultades, como el hecho de
trasladar un notorio árbol desde oscuros caminos hasta calles donde
su corpulencia arrasaba todo a su paso.
Primero
se deposita el material necesario para la nocturna jornada. Segundo,
se inicia paso a paso el montaje ideado, que aún de resultado
sencillo, iba a demandar un importante esfuerzo.
oH 2018 © Hermandad del Huerto. Tarifa |
Si
en el preámbulo de la faena se andaba preocupado por el horario de
arranque, cuando ésta comenzó, desaparecerían los golpes de
campana que sobre una torre vigía de la noche galopa sobre las horas
del descanso.
Lugar:
el sagrario. Se asciende un dosel que te plantea deambular por
otras ideas de batallitas cofrades; después el árbol.
Aquello no era fácil de “plantar” en tan solemne escenario.
Algún que otro retoque en su agigantada fisonomía, y... arriba. Los
ángeles de la cúpula se echan las manos a las alas. En ese instante
empieza a presagiarse la estampa que allí iba a dibujarse. Tras un
necesario análisis de seguridad, hace presencia en la capilla la
imagen del Señor del Lunes Santo; lugar extraño para ÉL. Viste
para no tenerlo que desvestir. Se escora ligeramente de la simetría
del habitáculo, no dejando lugar a lo previsible. Corchos, telas,
ramas y el sueño de unos apóstoles queda reposado a la sombra de un
olivo sobre un helado suelo. Listo. Comienza el momento de recoger
instantáneas que describan el testimonio de la talla orante como
ciudadano de la población. La imaginación -y cierto atrevimiento-
hace que el ángel llegue para confortar a Jesús con unos ademanes
inusuales en su misterio. La realidad impacta; la Oración del Huerto
en toda su expresión. Los presentes empiezan a ser conscientes de
que aquellas horas de intenso trabajo desemboca en un goce mayor, y
que argumenta el por qué uno se mete en estos menesteres. El
instante te embriaga hasta levitar por itinerarios imposibles. O no.
En
la parte final de la sesión, se apaga toda la iluminación del
templo, dejando solo un punto de luz que acaricie la escena.
Desaparece el sagrario, es Getsemaní. Sería muy cerrada la
noche porque era incomprensible no ver las estrellas estando en medio
de un monte bajo el cielo.
oH 2018 © Hermandad del Huerto. Tarifa |
Los
que allí observan, se van acercando sigilosamente a un mismo rincón
donde de repente puedes compartir la soledad de un Cristo. Ahí,
solos, despertó la piel de las sensibilidades que se sumaron cuando
una lágrima caía por el rostro tallado que nos regaló un momento
sencillamente único para la retina.
Llegó
el momento de acordarse de compañeros/as que no estaban esa noche,
pero que merecían ver esa armonía, pues era su Huerto.
Termina
la sesión. Todos se alejan unos minutos del sagrario para organizar
el desmontaje. Algunas miradas retroceden y miran la capilla
sacramental a sus espaldas. Permanecía solo, y nadie quería
interrumpir su oración. Ahora sí, tocaba desmontar y devolver todo
a su lugar. Aquella acción sería más costosa que la anterior, y no
por las horas.
El
domingo, las personas encargadas de inmortalizar la escena
compartieron algunas valoraciones; no pudieron hacer justicia de la
verdadera postal de aquella noche de diciembre.
Antonio M. Valencia Díaz
oH 2018 © Hermandad del Huerto. Tarifa |