miércoles, 17 de junio de 2020

Que suene la música. Por Antonio Valencia

           Si en pasadas fechas, nuestra banda de Tarifa, la Asociación Musical Pintor Manuel Reiné, comunicó no cobrar a las hermandades de la ciudad los contratos de la pasada Semana Santa debido a la cancelación de los desfiles procesionales, hemos recibido en estos días otro gesto de parte de la banda de cornetas y tambores que acompaña al Cristo el Lunes Santo, la banda del “Santísimo Cristo de la Caridad” de Jerez, popularmente conocida como “Santa Marta”.

 

Si estas decisiones sólo pueden contemplar nuestro máximo agradecimiento, de aplaudir aún más es la labor que estas formaciones están realizando de manera reiterada y constante durante estos meses de pandemia. Sus donaciones y aportaciones a colectivos de ayudas sociales están sirviendo para paliar necesidades, y estas acciones llegan de colectivos que han visto perjudicada la mayor parte de sus ingresos del año. Una banda también lleva consigo el mantenimiento de un local, la restauración o adquisición de instrumentos musicales, de uniformes, etc.

 



 

Muchas son las hermandades que de algún modo nos hemos podido ver favorecidas por estas iniciativas, pero hemos de entender, aún con la pandemia asolando nuestro techo, que la música ha de continuar. Una banda no es un conjunto de personas que tocan un instrumento para poner la banda sonora tras un paso el día de su salida procesional. Además que con estos gestos demuestran mucho más, la labor de éstas no se inician cuando las maniguetas de un paso asoman al cancel de un templo, o cuando un manto recoge la noche que muchos soñaron. Una formación musical trabaja todo el año para estar preparada cuando las citas requeridas desempolvan el banderín. En ocasiones, nos quedamos sólo con aquello que vemos y oímos, pero hemos de entender y RECONOCER, que gran parte del camino recorrido se encuentra mucho antes de que el telón ascienda ante la mirada de un público.

 

En las redes – como casi siempre- no ha dejado de florecer estos meses cierta polémica en torno al pago de los honorarios o no de las bandas, y su sensibilidad con el trabajo de las hermandades en estos tiempos de crisis social, sanitaria y económica. No olvidemos que hay que ser sensibles en todas las direcciones, y que hay cuentas, y cuentas, y que siempre existe un lugar para dar equilibrio y sentido, pues el futuro dependerá de ello. Si bien es cierto que entre las hermandades las hay que tendrán dificultades para fraguar los gastos económicos de este y el próximo año a pesar de su enorme trabajo, también sabemos que las hay que se cruzarán de brazos por tener los bolsillos medio llenos, esperando que la música vuelva a sonar. Y es que hay sensibilidades gracias a casi lo que no se tiene, y sensibilidades gracias a lo que sobra o queda.

 

Desde luego, esta ciudad y sus cofradías tendrán más pronto que tarde que favorecer un buen escenario para la banda de la ciudad y un agradecimiento que no se base solo en palabras. Así, como que ojalá esta hermandad del Huerto, pueda también favorecer que sus bandas no lleguen a esperar a que se abran las puertas para ascender un telón bajo el que suene unas marchas de esperanza.




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