Puestos a
divagar...
Cuando uno echa la
vista a programas antiguos de la Semana Santa de esta ciudad advierte
la diversidad de fórmulas que ésta ha adquirido para poder
extenderse a lo largo de los años.
La movilidad y
transformación de las hermandades y de los días Grandes fueron
tan constantes como drásticos y enérgicos, algo que parece
totalmente contrapuesto a la actual inapetencia y el fervor general
por el conservadurismo.
Este primer párrafo
consigue alertar a mi memoria algo relativo a la Hermandad del Huerto
precisamente, y que no es otra cosa que otorgarle el argumento y la
consecuencia de su propia existencia en las últimas décadas al
hecho de abandonar un domingo de telonero por un lunes
convertido en barrio inequívoco de una cofradía que se reinventó a
sí misma.
Cualquier
tradición no ha de estar sujeta sólo al
recurso de lo conocido, a la periodicidad de los ritos o a la
literatura popular de una generación. Una mirada aun mas amplia a lo
histórico desemboca en un recurso más ambicioso que una perenne
fábula o doctrina, y que podría contener rasgos de metamorfosis
suficiente como para que el tiempo no juzgue de manera unilateral, y
aún algo se tenga que decir o hacer desde los templos y gremios del
incienso.
¿Se imaginan una
Semana Santa algo divergente a la actual?
Quizás, una donde
la cruz de guía de Medinaceli apueste por alcanzar
la calle tan inmediatamente como la Borriquita haya dejado a la
espalda de San Pedro una soleada Calzada. O
esta misma Hermandad trazando su itinerario de manera inversa, y
provocando una recogida más intimista por Privilegios. Tampoco sería
ésta una mala estampa para la corporación del Viernes Santo.
¿Se imaginan el
Consuelo rescatando “el coche de la hora”
y mostrando en un solo paso la terminante lanzada de un monte
calvario atravesando la prematura tarde del Viernes
Santo? - Dolorosa y San Juan ya tiene, y esa tremenda talla ansía
luz natural- (lo de viernes no ha sido un
lapsus).
Quizás, la
hermandad del martes observaría el día
siguiente como una sugestiva opción para conquistar la noche con la
holgura que da una víspera de fiesta.
Quizás los
hortelanos comenzaran a volver a tener ese viejo y ya lejano sueño
de protagonizar la tarde de un Jueves Santo necesitado de un
preámbulo de altura para el cartel que deja el Nazareno en la noche
tarifeña. Y no, no pasaría nada por volver a tener días en blanco
si otros son agitados con la ilusión de crear mayor demanda y unas
motivaciones ahora distraídas con el peso
de las anclas oxidadas.
No dudo que alguna
lectura a estas ilusas líneas habrá reparado en la idea de la
Soledad cerrando el cortejo penitencial en vez de abrirlo. O de un
Resucitado saliendo de la coqueta capilla
de la Inmaculada, y dejando San Mateo y San Francisco fuera de tanto
sofoco y monotonía. No mala sede sería también para el Vía Crucis
oficial.
Imaginen que a un
programa de actos organizados por el Consejo de H.H.
y C.C. se le une
determinada secuencia de citas cuaresmales donde se suman ejemplos
como:
- Presentación del
cartel de Semana Santa en el salón de
actos "...", con la intervención del grupo de cuerda
"...", interpretando Adagios de
la pasión.
- Conferencia de D.
Joaquín "M..." dentro del ciclo formativo del Consejo
Local, sobre el papel de las hermandades
en la sociedad actual.
- Exposición fotográfica
en las calles del centro de la población: "Un mirada eterna."
- Presentación del
trabajo discográfico de la Banda Pintor Manuel Reiné: "Las
Vírgenes de Tarifa".
- Presentación del libro
"Semana Santa en Tarifa. De ayer a
hoy" de "D. ..."
Será por imaginar.
Algo que no cuesta, y que aunque algunas cuestiones expresadas puedan
ni gustar a uno mismo y a muchos más, no se trata de los gustos de
nadie y sí de agitar las ideas, pues
siempre la tierra esconde semillas.
Imaginen que en
vez de Semana Santa, regamos en septiembre. Pero esto
es otra historia, otro camino... como el de
"la colá"